La decisión de Cenicienta

No se si recordáis que, cuando dieron las doce en el reloj del palacio del príncipe, Cenicienta gritó «¡Tengo que irme!» y a continuación, atravesó el salón y bajó la escalinata tan deprisa que perdió un zapato. A los pocos días, el príncipe buscó a la dueña del zapato y, como ya habréis recordado, encontró a Cenicienta y se casó con ella.
Pero eso fue solo una parte de lo que realmente pasó. Porque yo se, de buena tinta, que Cenicienta volvió totalmente descalza a su casa, porque no perdió un zapato, sino los dos. Y el otro zapato lo encontró el zapatero de palacio.
También él buscó a Cenicienta y cuando la encontró le propuso matrimonio. Pero esta no aceptó porque prefirió casarse con el futuro rey. Y así fue.
Al principio, el rey la trato como correspondía: como a una verdadera reina. Pero conforme iban pasando los años empezó a tratarla con desprecio. Y tanto fue así que se convirtió en una mujer desgraciada y deseó con todas sus fuerzas volver a su casa con sus hermanastras que, al contrario de lo que nos contaron, no eran tan malas.
Claro está que, toda la vida, se arrepintió de no haberse casado con el zapatero.

2 comentarios:

francisco m. ortega dijo...

Hay que volver a contar las historias para que suenen de otra manera:

http://elsexodelasmoscas.blogspot.com/2009/04/paranomasia.html

Anónimo dijo...

Cenicienta??. Y quien es esa, me pregunto.
Y quienes fueron o son sus padres para haberle puesto un nombre tan..., tan..., tan... ¿difícil?.

En cualquier caso : ¡MUJERES!.


H.




PD : Hombre, D. Francisco, Ud. cree que este es el mejor sitio para publicitarse. No se me ponga en evidencia, xD; que se me acaba el mito.