Adolescencia

Ella presintió, desde el primer día, que aquel verano sería distinto para los dos en el preciso instante en que se bajó del coche y él, en vez de darle un beso como siempre, le alargó la mano para estrechar la suya y le soltó un escueto hola que le heló el alma. Claro que él se puso nervioso nada más verla, al apreciar el cambio radical que había experimentado su cuerpo en los últimos diez meses y eso le retrajo. «Ya no es mi niña» pensó, y correspondió con los ojos llenos de perplejidad a la inesperada expresión de extrañeza que ella le dirigía. Fue el fin de una bonita amistad.


2 comentarios:

Sonia dijo...

Me ha encantado, quizás porque todavía soy adolescente jaja Enserio precioso, muy profundo :) Tienes una nueva seguidora!

www.fasoniable.blogspot.com.es

María dijo...

Así sucede. :(

Me gusta lo que escribes.