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La vulnerabilidad


Anoche estaba viva, aunque no se movió mientras le hacías la foto. La dejaste tranquila y te fuiste a dormir. Hoy te la has encontrado muerta,  detrás de la tele, en el suelo, rodeada de hormigas. 

No reparaste en su vulnerabilidad. Tenías que haberle prestado más atención,  haberla cogido con cuidado, quizás con un trapito suave, y haberla dejado fuera de la casa, al aire libre, encima de algún poyete. Pero te daba miedo estropearle las alas con el toque.  "Mañana saldrá por sus propios medios" pensaste.

No has visto aquí nunca esta clase de libélulas*, al menos de este tamaño; con estas alas tan anchas que parecen hechas de encaje. 

Ahora la tienes encima de la mesa. Te resistes a tirarla.

Sientes empatía por este animalito que anoche quizás no arrancara a volar, cuando la enfocaste, porque ya estuviera lastimada,  y que hubiera necesitado de ti otra cosa que la mera curiosidad del momento. 

Este pensamiento te ha transportado al lado humano:  cuántas veces hacemos fotografías, reales o figuradas, a las personas que nos rodean, a los amigos o amigas, a conocidos,  sin realmente reparar en lo que necesitarían de nosotros: una mirada sin móvil de por medio, una charla tranquila, un leve toque de afecto, una sonrisa. Sin más.


* La presunta libélula resultó ser una hormiga león macho en su fase adulta. 

Desmemoria afectiva

Lo olvidó todo como si fuera nada; menos su nombre. La llamaba con insistencia y a veces me confundía con ella.

— No soy mamá, papá, soy tu hija —le decía yo. 

— ¡Que va! estas equivocada, tú no eres mi hija —me dijo—. Dame un beso.

Le di un beso en la mejilla y le ofrecí la mía, pero él se giró y acercó sus labios a mi boca. Le dejé. 

Aquella noche mi padre durmió feliz y de un tirón. Las enfermeras estaban extrañadas.

Insoportable

Desde que voy al gimnasio estoy en un estado mental por encima de mis posibilidades. Será cosa de la dopamina, de la serotonina y de la endorfina o será producto de mi imaginación. Tendría que ser realista y poner los pies en la tierra. Se lo digo a la luna todas las noches. Pero ella también tiene sus cosas y se queja de que al parecer está encogiendo. Y yo le digo que eso es normal, que cuando nos vamos haciendo mayores cada año se encoge un poco, no se si porque los huesos menguan o lo que mengua es la cabeza en si, toda ella entera. Creo que es lo primero, porque si fuera lo segundo ya habría por ahí algunos humanos  como pollos sin cabeza andando por la calle. Aunque yo imagino a unos cuantos sin cabeza y no me da pena;  no se perdería nada, vamos, que se ganaría. Viviríamos en paz y puede que hasta la luna dejara de encoger, porque a lo mejor lo que le pasa es que tiene el corazón encogido del horror que ve, aunque desde allí arriba no se sienta tanto como aquí. Quizás por eso yo tiendo a elevarme, porque de cerca es insoportable. 

¿No hay una Justicia Universal rápida  para los pollos salvajes?

Sobre los sueños y la vida

Tuve grandes sueños, que no dependían solo de mí. Soñaba con un mundo mejor, con un amor que durara para siempre, con unos amigos para toda la vida.

Cuando esos sueños se fueron rompiendo, me rompí yo también. Cada vez. Varias veces. Siempre me levanté. A veces el proceso fue muy doloroso y lento, pero lo conseguí.

Ahora, procuro tener sueños pequeños, alcanzables, que me colmen y que solo dependan de mi. 

Así que por la mañana cuando me levanto digo ¡qué luz más bonita! o ¡que bien que llueva! me tomo un buen desayuno y me afano en mi lista de sueños diarios de invierno: leer, caminar, echar un rato de ayuda voluntaria en la Biblioteca, disfrutar de actividades culturales, ver una buena película, escribir, escuchar el canto de los pájaros, observar la evolución de las formas caprichosas de las nubes, escuchar música, bailar, reír. Prepararme una buena cena. Contar estrellas, contemplar la luna.

Cuando al final de día me voy a dormir, casi todos mis sueños de invierno se han cumplido.  Luego, en primavera y en verano sustituyo algunos sueños de interior por otros sueños al aire libre: viajes, vuelta a la tierra donde me crie, sol, campo con mar, caminos de tierra recorridos mil veces, pájaros de mi infancia...

Cuando llegue el final, el libro de mis pequeños sueños se cerrará. Luego, seguirá la vida tal cual, pero sin mí. A esos efectos somos lo mismo de insignificantes que una hormiga. 

La vida sigue, somos nosotros los que nos vamos. Reflexiono a veces sobre ello y pienso que vivamos lo que vivamos –a experiencias me refiero– no nos vamos a llevar nada, porque nada vamos a recordar. Lo importante para mí es lo que dejemos, lo que hayamos sembrado en todos los sentidos; el amor derramado.

Por lo demás, no vale la pena angustiarse pensando demasiado en la muerte, en el paso del tiempo, en el vértigo de los minutos y las horas. Solo vale la pena vivir mientras vivimos. Y amar, querer, aunque sea a mil años luz.

¿Los grandes sueños?  No me olvidé de alguno de ellos. Conservo mis ideales, mis principios, y aporto mis granitos de arena. Otros vienen detrás, tienen mucha tarea. ¡Ánimo! 


Escribir

Cuando escribo algo lo leo luego en voz alta y me tiene que sonar bien.  Si el conjunto no tiene el mismo tono y cierto ritmo, no lo doy por bueno. 

Como no soy una escritora, los relatos que escribo son siempre mejorables. Pero la satisfacción que obtengo al escribirlos me compensa. 

Cuando escribo lo hago por necesidad interior y,  claro, es mi mirada la que dejo en el relato a través del narrador o narradora o a través de algún personaje. 

Lo más importante para mí es la primera frase. Ahí tiene que haber algo que haga que el lector sienta curiosidad y se haga alguna pregunta. 

Como son relatos cortos, tienen por regla general uno o dos personajes. Tres ya son multitud.  Aunque tengo algunas excepciones, como el relato Despoblación. Así que no hay muchas voces para expresar la idea central, que debe trasmitir alguna emoción. No siempre lo consigo. Hay que ir directa al meollo, al conflicto que tiene el protagonista consigo mismo, con el exterior o con el otro personaje y a cómo lo va a solucionar o afrontar. Nada de andarse por las ramas. 

Y luego, el final, que yo casi nunca tengo en la cabeza hasta que no llega. Todo depende de lo que pidan el argumento y los personajes. A veces hay varias alternativas y hay que decidirse por una. Como en la vida.

Esto no es un relato

 No existe plagio si hay admiración. El plagio nace de la envidia y la mezquindad. Lo que sí acontece a veces entre los que tenemos la afición de escribir historias es que la lectura de un relato escrito por otra persona te inspire para escribir el tuyo. Puede ser una sola palabra, una sensación o una emoción la que haga saltar la chispa de algo que tenías ahí en tu mente, guardado. Luego, tu cuento o relato puede estar relacionado o no con lo escrito por la otra persona, aunque normalmente hay un hilo más o menos visible, o invisible, que los une. 

Esto suele pasar cuando eres lector habitual de  cuentos y novelas en libros. De hecho, al que le gusta escribir debe leer mucho para aprender. Luego, cuando se pone a la tarea va volcando en sus historias multitud de cosas de otros que ha absorbido como una esponja y un día se sorprende escribiendo una frase que le suena pero no sabe de qué. Pero esos otros no leen lo que tú escribes.

Pero en el mundo de los blogs, más inmediato, ocurre algo muy curioso. Tu lees a los demás y los demás te leen a ti; a diario o en días. Suele haber reciprocidad. Y esa reciprocidad propicia la retroalimentación. De tal modo que alguna vez pareciera que el admirado se ha inspirado en ti. Y eso es muy  bonito. Aunque también pudiera ser que esa impresión fuera solo un producto de la imaginación del admirador. Materia para otro párrafo o para un relato. 

Propósitos

Me niego a comprar ninguna milonga. No soy  ninguna crisálida que al morir se convierta en mariposa. Tampoco negaré el pasado solo porque hice algo que no debí y se me olvidó pedir perdón.Tengo que apuntarlo, no vaya a ser que después de irme tenga que volver. Y mejor que no me invoquen.

Finales

Estar en el cuento no significa saber cómo acaba la historia.
Escribir un cuento, a veces, tampoco. Porque algún personaje se te puede rebelar y hacer lo que le de la gana.
Tu eres como dios, los creas, pero ellos deciden. 
La próxima vez ten cuidado con el bueno.

Una historia real III

 Tres eran tres en Frigiliana.


Bonitas macetas, deliciosos los zumos de caña de azúcar y limón con hierbabuena, interesante la historia de los moriscos contada en sus bellísimos azulejos, e inolvidable intercambio de regalos: el Postigo en letras de cerámica para él y el Navas y Ramírez para Encarni y para mí (no tenemos remedio, somos unos...frikis -:) ). Pero más inolvidable aún es el motivo de la visita de nuestro invitado a la Axarquía, en especial a Benajarafe.

Este verano, por fin, le hemos conocido. Tiene treinta y tantos y nació y vive en otro país. 

Alguien me habló de él hace 8 años:

"Hay un chico allí buscando los mismos apellidos que tú en los registros de Macharaviaya y Vélez; Postigo, Ramírez...y casi los mismos nombres" . Me quedé extrañada a la vez que sorprendida e intrigada. ¿Quién sería? 

Pues dame su correo, le dije a mi interlocutor, aficionado como yo a la Genealogía. Así empezó todo.

Al final, resultó ser descendiente de un hermano de mi bisabuelo paterno. Un Postigo que emigró. Empezamos a intercambiar información y así hasta hoy.

La Pandemia retraso su visita. Pero este año ha cumplido su deseo: conocer sus raíces, la tierra de sus bisabuelos, tatarabuelos y demás ascendientes hasta muy atrás en el tiempo.

Fue un placer verle emocionado en Benajarafe cuando vio la casa de sus antepasados, que son los mios, o en el cementerio de Macharaviaya las lápidas con los nombres de los parientes y antepasados Ramírez y Madrid más antiguo de los que tenemos noticias. 

Fue  divertido verle repetir el mismo plato de pescaíto frito en casi todos los chiringuitos a los que íbamos a comer. "Esto no lo he probado tan bueno en ningún lugar, Benajarafe verdaderamente es un Paraíso", nos decía.

Hemos visitado Torre Moya, contemplado el mar desde su azotea; tambien la vieja panadería de Benajarafe y casi todas sus cortijadas, solo por la curiosidad de comprobar que lo que figura en los documentos antiguos que leemos sigue existiendo hoy. Tambien  hemos visitado la Iglesia y el Museo de los Gálvez, en Macharaviaya y la de Benaque, una verdadera joyita, y  la casa de Salvador Rueda, Las Huertas de Gutierrez, Iznate,  Vélez, Frigiliana, el Balcón de Europa, Málaga...

Y una de las cosas que más le ha llamado la atención ha sido lo abierta que es la gente aquí, lo fácil que es en esta tierra empezar a hablar con un desconocido y que al final de la conversación te dé su teléfono y su nombre y resulte que es...¡ pariente tuyo! Nos ha pasado más de una vez y nos hemos reído mucho. 

Ya se ha marchado y creo que se ha llevado muy buen recuerdo de esta tierra y de su gente. Y espero que algún día vuelva y le traiga a Benajarafe un regalo: su buen hacer como genealogista y su sensibilidad como persona.

À bientôt, Jean!

En recuerdo de

Hoy he encontrado esto entre mis papeles: lo dejo aquí para que no se pierda.
Del  10 de mayo de 1988. 


La muerte triste se llevó tu risa
y tu nombre feliz de día de fiesta
madrugó la maldita parca
y pisó el huerto donde crecían los frutos de tu juventud.
¡Qué adiós más súbito compañero!
¡Qué amarga verdad tu muerte!
Nos queda tu imagen
el recuerdo imperecedero
de tu desbordante vitalidad
la herencia de tu trabajo generoso
el eco de tus bromas
y la ausencia casi palpable de tu compañerismo.
(En recuerdo de Domingo Ruiz Vázquez, que murió el 8 de mayo de 1988, a los 22 años),

Historia, escritura, lectura. Paz, tranquilidad y buenos alimentos. El mar. Una buena película. La uva moscatel. Un latido extra. El sol en invierno. El olor de la primavera. Los pájaros. Una buena serie de televisión. Serrat. Un pueblo con Historia, una ciudad con monumentos, un paisaje de montaña. Sin ruido, sin estrés, sin prisas, sin teléfono fijo. Una ducha caliente. Una tapita de atún aliñado en el bar de la plaza del pueblo. Mi nieto. La vida.

Una historia real II

Esta es la secuencia, muy resumida:

Junio de 2013: busco datos de mi abuelo, que fue juzgado y condenado por rebelión militar en Málaga.

Una buena tarde, tecleo  en internet el nombre del único hermano vivo que sobrevivió a la guerra (eran cinco) y aparece su nombre en un mensaje que dejó, en un blog malagueño, un peruano que dice ser su sobrino.

Contacto - vía Facebook -  con este señor de Perú que resulta ser un nieto de un hermano de mi bisabuela que emigró a Perú sobre 1905 y que no sabíamos que existía.

Resulta que este peruano busca desde 2010 la partida de nacimiento de su abuelo malagueño, hermano de mi bisabuela como digo, y me propongo echarle una mano. Para empezar por alguna parte me pone en contacto con  un investigador de la Asociación de Investigadores de Archivos de Málaga con el que el señor de Perú estuvo en contacto tiempo atrás para buscar, con resultado negativo por aquellos entonces,  la partida de nacimiento se su abuelo.

Este investigador me envía una página de internet donde se pueden buscar registros de partidas de nacimiento, matrimonio, padrones de habitantes, etc., así como la dirección de la página web de su asociación.

Me paso las horas escrutando esos registros, pero sin resultado en cuanto a la partida de nacimiento del hermano de mi bisabuela. Pero alucino con lo que estoy viendo: miles y miles de registros de todo el mundo disponibles en la red para cualquiera que se arme de paciencia y quiera investigar quienes fueron sus antepasados.

Diciembre de 2013: a estas alturas, yo ya estoy enganchada; no solo busco cualquier rastro del hermano de mi bisabuela, sino que me entusiasmo con la posibilidad de encontrar a mis antepasados maternos y paternos y poder hacer  mi  árbol genealógico.

Consulto con el Investigador de la Asociación de Archivo de Málaga; le envío los nombres de mis abuelos y mis bisabuelos paternos por si él encontrara algún archivo o registro relacionado y se produce lo inesperado: me pone en contacto con alguien que busca datos de su abuelo,  nacido en el mismo pueblo que los ascendientes de mi padre y con el mismo apellido,  y que resulta ser al final tataranieto de un hermano de mi bisabuelo paterno que emigró a Marruecos en 1912, del que tampoco teníamos conocimiento. Un chico joven, de la edad de mi hijo mas o menos,  que nació y vive en Francia y al que buscando el origen de su abuelo le nació la afición por rescatar del olvido a cientos de personas registradas en Macharaviaya (Málaga) en el pasado.

Repito: tataranieto de un hermano de mi bisabuelo paterno, que no vive en España. Encuentro por puro azar entre infinitas variables.

Septiembre de 2014: desde hace tres o cuatro meses, intercambio información -vía correo electrónico- con  este chico francés. Hemos conseguido avanzar mucho en nuestra rama común de antepasados. 

El otro día, le comenté la historia de mi pariente lejano de Perú (Historias real I) y de la incansable búsqueda de la partida de nacimiento o de cualquier otro documento que acredite que su abuelo era español. A los dos días, recibo un correo en el  me adjunta una hoja del padrón de habitantes de Málaga de 1895 donde aparecen los padres de mi bisabuela materna con algunos de sus hijos, entre ellos el abuelo de mi pariente el de Perú. No figuran las fechas de nacimiento, aunque me dice que hay otro padrón de habitantes donde sí vienen, aunque no guardó la imagen. 

Me afano en buscar esa imagen y lo encuentro. En él figura el día, el mes y el año en que nació el abuelo de la familia de Perú. Y la calle donde vivía y la iglesia donde fue bautizado.  Se lo envío a mi contacto de la Asociación de Investigadores de Archivos de Málaga. Espero algún resultado. Parece que los hubo y que el investigador le mandó los datos directamente al señor de Perú. Porque hoy,  día 21 de octubre de 2014 me acaba de llegar copia de un correo que envía "el señor de Perú", nieto del hermano de mi bisabuela, a toda su familia, que dice lo siguiente:

¡ Apareció lo impensable. Y gracias a Ulla que permitió el rastrearlo!

Se adjunta en su correo una copia de la partida de nacimiento de su abuelo.

Cosas de Internet.