A
la
Paz
al amor
al tiempo
a la justicia
a la empatía
a la igualdad
a la Solidaridad
di
sí
Ojos que ven corazón que siente
que ya no me quedaban lágrimas,
pero soy de extremos
Hoy abajo
mañana arriba
La noria de la vida.
8 años:
—¿Por qué los árboles viven más años que las personas si las personas somos inteligentes?
5 años:
— Porque las personas no tienen raices.
A veces, amanecía “serena” y todo parecía encajar sin esfuerzo. Otros días, despertaba “duda” y el mundo le quedaba grande como un abrigo ajeno. Había mañanas en que era “fuga”, y una vez –solo una– apareció siendo “despedida”.
Un amigo le dijo un día:
—El problema es que no decides quién eres.con flores rojas y velitas sobre la mesa,
vamos a encender las verdades
Por el mar van cambiando las corrientes,
por el mundo se extienden las sombras,
y en las noticias se olvidan los nombres
Lucen altas las cabezas impostoras,
mientras tantas vidas se apagan sin ruido;
y la fiesta levanta sus copas
Mesas que casi rebosan, y ruborizan,
pero afuera el invierno es cuchillo;
hay un niño durmiendo en la escarcha
Paz de envoltorio y mentiras,
regalos de silencio y cartón;
qué fácil comprar la apariencia,
Calles vestidas de plata y de espejos,
que en cada esquina esconden una grieta,
compromisos que sobran de lejos
Y aquí estamos: brillando por fuera,
y por dentro, pagando la fiesta;
Y al final de tanta luz derrochada
se nos queda el alma apagada.
Lucen altas, brillando impostoras,
mientras tantas vidas se apagan sin ruido
y la fiesta levanta sus copas
con brindis de humo y olvido.
Tu vida es ahora.
Lo demás es el pasado de la vida de los dos.El futuro no está escrito en ningún libro.
No tengo ningún plan.
Salvo seguir queriendo.
Te.
A Tí.
Diciembre me indispone. Desde las primeras horas del día uno ya siento el cuerpo rendirse: un peso turbio en las piernas, un zumbido en los brazos, un tambor en la cabeza. Llegan luego las náuseas, la angustia que se aferra al estómago, las urticarias que brotan como pequeñas protestas del alma. Las prisas malhumoradas.
Me aterran los almanaques que pasan páginas como si dictaran sentencia, las apps que recuerdan tareas que no quiero ver, los cohetes que anuncian fiestas que no deseo, y ese coro publicitario de turrones que invade cada rincón. Y lo peor: el desfile interminable de catálogos de juguetes y aplicaciones de compras, auténticos heraldos del caos.
Que alguien detenga diciembre.
Que alguien lo ponga en pausa, lo silencie, lo exilie.
Por favor, ¡que lo suspendan!
Que suspendan diciembre entero y parte de enero de todos los calendarios de mi vida. Saltémonos el invierno. Y que llegue pronto la primavera como mejor regalo de la Navidad que nunca existió.
Diciembre es frio y ruidoso. Demasiadas luces. Demasiadas ausencias. Demasiados adioses. Y a mi también me gustó tu silencio, tu luz de mariposa, tu calma.
Sé por qué me gustas.
Tu eres el mes de antes de Todo.
A lo largo del día, casi sin darme cuenta, atravieso distintos estadios del querer. Antes no sabía leerlos y tanta emoción en tan poco tiempo —repetida, cambiante— me inquietaba y aturdía. Era vivir en el trapecio.
Ahora, en cambio, disfruto de los buenos días que te doy al levantarme, con esa luz tenue que apenas roza la habitación. Te saludo como si no te conociera y, aun así, estuvieras ahí desde siempre. Todavía medio dormida, con la mente a medias, te digo lo primero que me sale antes de probar el primer sorbo de café.
Ya sabes que, sin ese amargor caliente, no termino de despertarme ni de ordenar las distancias.
Cuando avanza la mañana y el cuerpo me ocupa del todo, empiezo a preguntarme dónde andarás, si tu día te está tratando bien, si el frío te ha rozado la cara. Entonces me viene un sentimiento casi maternal, aunque la biología no lo sostenga: solo tienes unos años menos.
Podríamos ser hermanos extraviados, pero esa idea siempre la desecho.
Por la tarde, cuando escribo y el tacto del papel o del teclado me ancla, te siento más cerca. Es una cercanía tranquila, de camaradas, como si nuestras manos trabajaran en paralelo aunque no estemos en el mismo lugar. En este silencio, tu presencia tiene textura. Tú me inspiras.
A la hora de la cena, te imagino entre cuchillos y platos, con el vapor subiendo como una niebla tibia. Te veo probando algo, cerrando los ojos un segundo para comprobar si está en su punto.
“Pon una ración más y voy”, pienso dejando escapar una sonrisa, y me sorprendo con ese: “ojalá pudiera estar contigo y saborear tu manjar”.
Después de cenar, cuando por fin me relajo y todo alrededor se vuelve más lento, llega la hora más difícil de nombrar. Es cuando te imagino con una nitidez casi táctil: la distancia se acorta, la emoción me allana.
Y el querer se convierte en amor.
* Tí es nombre propio y tiene un bonito acento.
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Adaptado para canción.
Letra: Ulla Ramírez. Octubre 2025
Voz y música: IA.
Enlace: Sexto sentido 2
Enlace: Sexto sentido 1
Hombres necios que acusáis, al pobre y humillado sin razón, sin ver que sois la ocasión del dolor y el odio que sembráis.
De nuestra juventud enamorada
quedó de tu cuerpo en el mío
como un ancla
hecho verbo de carne y amor
el hijo de la mañana.
Ese niño que se hizo gigante
y que ahora te levanta
con sus brazos
para ver la luz del alba
permanece claro.
Es la suma de nuestros días,
la juventud, la libertad, el amor,
una inmensidad
en poco tiempo condensada,
y el futuro común multiplicado
de aquel pasado conjunto
que aún nos contiene.