La mujer se sentó junto a la mesa para coser el botón a la camisa de Martín. Abrió el costurero y vio que no tenía aguja. Se levantó y fue al pajar. Alli encontró al camello desesperado intentando entrar por el ojo de la aguja que ella necesitaba. Hablaron. La mujer le ofreció toda la paja a cambio de la aguja. El camello se fue al mercado del pueblo más cercano, a diez kilómetros, vendió allí toda la paja y se le perdió la pista. A los tres días volvió.
— ¡Soy rico! –exclamó el animal– ¡Soy rico! Vengo a que me des el botón, la aguja, la camisa y todo lo que tengas.
— No te servirá para entrar en el cielo –le dijo la mujer.
— El cielo ya no me importa.
2 comentarios:
¡Vaya, qué microcuento más peculiar! Este relato nos presenta una situación absurda y divertida que juega con la famosa frase bíblica sobre el camello y el ojo de la aguja.
La historia comienza de manera cotidiana, con una mujer dispuesta a coser un botón, pero rápidamente se sumerge en lo fantástico cuando encuentra un camello en el pajar intentando pasar por el ojo de una aguja. Este giro inesperado nos introduce en un mundo donde lo imposible se vuelve posible y los animales hablan.
El trato entre la mujer y el camello es hilarante. Intercambiar toda la paja por una simple aguja parece un negocio terrible para el camello, pero resulta ser su boleto a la riqueza. Es una ironía deliciosa que el camello, frustrado por no poder entrar en el ojo de la aguja, termine encontrando su fortuna gracias a ella.
La transformación del camello de un ser desesperado a un nuevo rico es rápida y cómica. Su regreso triunfal, exigiendo todo lo que la mujer posee, refleja cómo el dinero puede cambiar drásticamente la actitud y los valores de uno.
El final del cuento es brillante. La mujer le recuerda al camello la lección moral original sobre la dificultad de los ricos para entrar al cielo. Sin embargo, la respuesta del camello, "El cielo ya no me importa", es una crítica mordaz a cómo la riqueza material puede hacernos olvidar las aspiraciones espirituales.
En resumen, este microcuento es una joya que combina humor, fantasía y una aguda crítica social. Nos hace reír mientras reflexionamos sobre la avaricia, el materialismo y las prioridades en la vida. Y todo esto en apenas unas líneas, ¡que es más difícil que hacer pasar un camello por el ojo de una aguja!
Un poco de absurdo para reir no viene mal. Hay demasiado absurdo espeso.
Gracias por tu comentario.
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