Pequeñas memorias

"Atravesar solo las ardientes extensiones de los olivares, abrir un arduo camino entre los arbustos, los troncos, las zarzas, las plantas trepadoras que levantaban murallas casi compactas en las orillas de los dos ríos, escuchar sentado en un claro sombreado el silencio del bosque solamente quebrado por el piar de los pájaros y por el crujir de la enramada al impulso del viento, moverse sobre el paular, pasando de rama en rama a lo largo y ancho de la extensión poblada de sauces llorones que crecían dentro del agua, no son, se diría, proezas que justifiquen mención especial, en una época como esta nuestra en que, a los cinco o seis años, cualquier niño del mundo civilizado, incluso sedentario e indolente, ya ha viajado a Marte para pulverizar a cuantos hombres verdes le salieran al paso, ya ha diezmado al terrible ejército de dragones mecánicos que guardaba el oro del Fuerte Knox, ya ha hecho saltar en pedazos al rey de los tiranosaurios, ya ha bajado sin escafandra ni batiscafo a las fosas submarinas más profundas, ya ha salvado a la humanidad del aerolito monstruoso que iba a destruir la Tierra. Al lado de tan superiores hazañas, el muchachito de Azinhaga sólo podía presentar su ascención a la punta extrema del fresno de veinte metros, o si quieren, modestamente, aunque con mayor provecho para el paladar, sus subidas a la higuera del huerto por la mañana tempano para alcanzar los frutos todavía húmedos por el rocío nocturno y sorber, como un pájaro goloso, las gotas de miel que de ellos brotaba. Poca cosa, es verdad, pero me parece más que probable que el heroico vencedor del tiranosaurio ni siquiera sería capaz de atrapar una lagartija con la mano."

Pequeñas Memorias. Saramago.

Adivinanza


 ¿Qué material es?

vestida de azul

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias
que descongelarán
algún futuro.
M. Benedetti

Imagen digital


En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vió, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza.
Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino.
Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba a acometer.
Miguel de Cervantes.

Estrellas


De vez en cuando es bueno mirar a las estrellas para olvidarnos de nuestras pequeñas vanidades.

El hilo del pensamiento (2)


... Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas...
(Neruda)

sobre la tierra

Es un dibujo muy básico. Es como aquellos dibujos que hacía de niña en los que no era capaz de pintar otras cosas que no fueran una flor, un árbol y una casa. Y sin embargo cuando lo hice no lo borré. Me gustó.

El tiempo perdido


Era como un juego, un divertimento. 
Cada una de estas fotos o imágenes significa algo en sí misma, ya sea por los objetos fotografiados, transformados o inventados. O simplemente por el tiempo que perdí en hacerlas. Tiempo perdido por gusto. El mejor tiempo perdido que hay. 






Un regalo grande

Me la regaló mi hijo, mide apenas cuatro centímetros de la base al vértice, pero contiene un pedacito de mar. Fue un gran regalo. Le hice una de mis primeras fotos.

Libre


Vivíamos en un eterno Paraíso de risas y juegos. Cogíamos hilanderas y les atábamos un hilo a la cola para verlas volar en corto, sometiéndolas. Éramos un poco crueles, como todos los niños. Luego crecimos y descubrimos  el valor  de la libertad.

Imagen digital -


Imagen digital creada por Ulla Ramírez 

Un planeta de ficción


Las entidades ficticias designan indirectamente a las entidades reales, pero no por ser ficticias son mentira. La ficción y la verdad no son antitéticos. ( Jeremy Benthan)

La vida y la ficción se relacionan: interactúan. La vida pasa por nuestros ojos, por nuestro corazón, por nuestro cerebro. Y nuestra sensibilidad transforma lo visto, lo vivido y lo sentido, creando ficciones que nos aportan nuevas visiones del mundo.

Podríamos decir que de alguna manera todo lo que crea nuestra mente es real, porque es producto de nuestro cerebro , que como ya sabemos antes de que lo dijera Eduardo Punset es el sitio donde reside el alma, o el espíritu, en definitiva el intelecto. Una novela de ficción es verdad, un poema es verdad, una pintura es verdad, una ilusión es verdad, un sueño es verdad.

Hay muchas realidades que son mentiras. Soñemos un poco, creemos realidades distintas.