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La vulnerabilidad


Anoche estaba viva, aunque no se movió mientras le hacías la foto. La dejaste tranquila y te fuiste a dormir. Hoy te la has encontrado muerta,  detrás de la tele, en el suelo, rodeada de hormigas. 

No reparaste en su vulnerabilidad. Tenías que haberle prestado más atención,  haberla cogido con cuidado, quizás con un trapito suave, y haberla dejado fuera de la casa, al aire libre, encima de algún poyete. Pero te daba miedo estropearle las alas con el toque.  "Mañana saldrá por sus propios medios" pensaste.

No has visto nunca aquí esta clase de libélulas*, al menos de este tamaño; con estas alas tan anchas que parecen hechas de encaje. 

Ahora la tienes encima de la mesa y te resistes a tirarla.

Sientes empatía por este animalito que anoche quizás no arrancara a volar, cuando la enfocaste, porque ya estuviera lastimada,  y que hubiera necesitado de ti otra cosa que la mera curiosidad del momento. 

Este pensamiento te ha transportado al lado humano:  cuántas veces hacemos fotografías, reales o figuradas, a las personas que nos rodean, a los amigos o amigas, a conocidos,  sin realmente reparar en lo que necesitarían de nosotros: una mirada sin móvil de por medio, una charla tranquila, un leve toque de afecto, una sonrisa. Sin más.


* La presunta libélula resultó ser una hormiga león macho en su fase adulta. 

Draco y el gato pequeño


Nada hay imposible!: hasta duermen juntos, incluso recientemente he observado como Draco a veces coge al gato como las gatas cogen a los gatitos pequeños para llevarlos de un sitio a otro: con la boca y por el cuello. Él-el gato-se pone lacio y se deja hacer hasta que se cansa del juego. Draco no le hace daño. La verdad es que dura poco, pero es algo increible y que no había visto nunca.Es una lástima no haber tenido nunca tiempo de coger la cámara para grabarlos.
Las fotos no son buenas, pero son ilustrativas.





Un pequeño gran dragón


Se llama Drako, y está en casa desde el 6 de enero de este año. Nació en un cortijo de la alpujarra almeriense sobre el 15 de noviembre de 2007: está a punto de cumplir los cuatro meses. Es travieso, rebelde y cabezota.

Mis gatos


La primera gata, la tuerta, la única que andaba por mi jardín al principio, cuando todavía vivía Yako ( mi Pastor Alemán). No es una gata doméstica, se ha criado en la calle, pero encontró refugio en mi casa porque me dió lástima de ella y empecé a echale de comer. De esto hace unos tres o cuatro años. Hace unos dos años tuvo gatitos. Los tuvo en el jardín de una casa deshabitada que hay frente a la mía, y cuando los vi un día en la puerta de mi casa, me encantaron, les puse un poco de leche en la puerta, entraron y se quedaron. Son estos cuando eran pequeños:



Son cuatro: el que hay detrás del oscuro es este:


Gracias a la vida




He sacado dos cosas positivas de estos cinco meses con las extrasístoles: que el cariño se demuestra en las dificultades; y segunda: he dejado de fumar, la primera semana y por la vía rápida (el miedo hace milagros).

Y también ha pasado algo curioso: le he dado una vuelta de tuerca al latido extra y lo he convertido en algo positivo, casi metafórico.

Mi corazón late diferente, sí,  y por eso veo las cosas pequeñas muy grandes y las grandes muy pequeñas (con una sola excepción).

Pequeñas memorias

"Atravesar solo las ardientes extensiones de los olivares, abrir un arduo camino entre los arbustos, los troncos, las zarzas, las plantas trepadoras que levantaban murallas casi compactas en las orillas de los dos ríos, escuchar sentado en un claro sombreado el silencio del bosque solamente quebrado por el piar de los pájaros y por el crujir de la enramada al impulso del viento, moverse sobre el paular, pasando de rama en rama a lo largo y ancho de la extensión poblada de sauces llorones que crecían dentro del agua, no son, se diría, proezas que justifiquen mención especial, en una época como esta nuestra en que, a los cinco o seis años, cualquier niño del mundo civilizado, incluso sedentario e indolente, ya ha viajado a Marte para pulverizar a cuantos hombres verdes le salieran al paso, ya ha diezmado al terrible ejército de dragones mecánicos que guardaba el oro del Fuerte Knox, ya ha hecho saltar en pedazos al rey de los tiranosaurios, ya ha bajado sin escafandra ni batiscafo a las fosas submarinas más profundas, ya ha salvado a la humanidad del aerolito monstruoso que iba a destruir la Tierra. Al lado de tan superiores hazañas, el muchachito de Azinhaga sólo podía presentar su ascención a la punta extrema del fresno de veinte metros, o si quieren, modestamente, aunque con mayor provecho para el paladar, sus subidas a la higuera del huerto por la mañana tempano para alcanzar los frutos todavía húmedos por el rocío nocturno y sorber, como un pájaro goloso, las gotas de miel que de ellos brotaba. Poca cosa, es verdad, pero me parece más que probable que el heroico vencedor del tiranosaurio ni siquiera sería capaz de atrapar una lagartija con la mano."

Pequeñas Memorias. Saramago.

vestida de azul

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias
que descongelarán
algún futuro.
M. Benedetti

Un regalo grande

Me la regaló mi hijo, mide apenas cuatro centímetros de la base al vértice, pero contiene un pedacito de mar. Fue un gran regalo. Le hice una de mis primeras fotos.

Aquellas pequeñas cosas


Aparecía en algún cajón, en algún ricón, de vez en cuando y sin previo aviso: una bola de cristal que nos traía a la memoria recuerdos de otro tiempo, de otros juegos.