El sol va calentando, de nuevo, la tierra; los pájaros recobran su natural jolgorio mañanero; los caracoles suben por los hinojares; los almendros escurren gotita a gotita el agua que les sobra, luciendo de nuevo todo su blanco esplendor. Y la tierra va desprendiendo, poco a poco, un olorcillo agradable, dulce y placentero, un olor que te reconcilia con el mundo: el olor a tierra mojada de los días de inviernos inusualmente luminosos.
2 comentarios:
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