Me dan vértigo las Montañas Rusas y las norias, sobre todo cuando bajan. Y ese subir y bajar, subir y bajar, me mata. Cuando me bajo del todo ya me planto y no vuelvo a subir más. Porque para mi lo bonito de la altura es quedarme aquí y disfrutar de las vistas. Con el cuerpo más ligero y la mente en sosiego.
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