Compartido

Si se trata del verbo compartir, hace falta alguien más. 

Final

Tienes que pensar en otro. Yo ya no tengo más palabras. Soy un libro acabado. 

Deforme

No es la locura la que hace ver la realidad de otra manera, es la realidad la que nos vuelve locos. 

Amor fantasma

—Menos sábanas y más pasión. Si seguimos así de sosos nos devolverán al cuerpo —le dijo ella mientras tendían la colada.


Del revés

Si tu corazón anda por las nubes y la cabeza permanece en la tierra, no tengo más remedio que pensar que estás del revés y que los pies se te debieron quedar en la luna llena de julio.

La decisión


Recuerdo la magia de aquel tiempo en el que aún nos sentíamos jóvenes y eternos. Cuando ni la vida ni el cuerpo pesaban y cada velada era ocasión para celebrar la fiesta del amor .

Nuestro ánimo entusiasmado se desbordaba anegando nuestra vida como un poema de mil versos encadenados. 

Ahora nuestra actitud pusilánime nos exaspera y provoca nuestra cólera. Pero no reaccionamos. No hay cambio. Solo cansancio. Cada vez más viejos, más huraños, más solos, más tristes.

Está decidido, ha llegado nuestra hora. Esta tarde terminaremos con esta vida extenuada y a la sombra del olivo donde nos dimos nuestro primer beso escaparemos hacia el tiempo infinito.

Hallazgos

Llegas a la verdad cuando recoges las miguitas que fue dejando la mentira.

Cercanía

Te echaré de menos cuando me vaya más lejos, aunque tu sigas en el mismo lugar.

Greguería

Añoro la tinta de tu pensamiento, le dijo la hoja en blanco a la pluma.

Golosina

El mejor remedio para el alma es un poema con sabor a cañadú.

La puerta



Hay puertas que cautivan nada más verlas.  Son viejas puertas con historia. Esta lleva incrustada el olor a retama quemada y el aroma del pan recién sacadito del horno de la vieja panadería. La originaria. 

Tras ella, aún se conservan los ecos de las voces de Mariana, su fundadora allá por 1905,  y de María, hermanas de mi bisabuela Remedios, mujeres, las tres, arrugaditas como pasas de tanto trabajar, y luego del maestro pala y de Emilia, una generación herida por la guerra,  y de la risa floja de Lily,  que cogia un bollo "prestado" para dárselo a escondidas a Paquito. "Cosas de chiquillos" le decía el tío Salvador Chines a Miguel de Mariana cuando este les reñía. "¿Que más da un bollo más que menos, Miguel? ".

Pero Miguel vigilaba cada gramo de harina y así amasaba el futuro. Y encargaba a Emilia que estuviera atenta a su niña y no le perdiera ojo a sus trabajadores, que "a veces se distraen", decía Miguel. Ella procuraba cumplir, aunque otras veces hacia la vista gorda porque había gente que no podía comprarse un pan blanco. 

Demasiados hombres acudían al alba muy cerca de la panadería, a la explanada de la Ermita, día tras día, para entrar en una especie de subasta donde los escogían para trabajar hasta la puesta de sol.

"Tú y tú y tú, sí;  los demás otro día, que no hay trabajo para todos. ¡Y tú, Antonio! a ver si te pasas por mi casa y me limpias la cuadra y la corraleta de los cochinos y ya más adelante habrá trabajo", decía el encargado del cortijo.

Menos mal que estaban las cabrillas, me contó mucho despues mi padre —Paquito el huerfano le llamaban— y la leche no faltó nunca ni en los Burgos en casa de su abuela Remedios,  ni en Valle Niza, en casa de su tío Antonio, ni más tarde en casa de su tía María, en los Ruises, donde estaba la panadería; que en todas estas casas estuvo viviendo de niño mi padre, siempre de un lado para otro, rifado. Tampoco faltaban los espárragos, ni los chumbos coloraos recien barridos y lavados. Ni el pan de habas casero, ni el café de cebada. Ni la alegría dentro de la tristeza y la estrechez.

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*Escrito en 2022. 



Travesía

Tú eres la luna, tienes que cruzar el cielo aunque la noche esté nublada y nadie te vea.

Escrito al amanecer

La pastilla para evitar la ansiedad le tenía anulada la memoria de lo que soñaba. Pero aquella noche el sueño debió ser más intenso porque al despertar recordó el suave tacto de una mano en la suya. También recordó que dentro del sueño abrió los ojos y le vió sonreir. Era tan real que quiso darle un abrazo, pero su cuerpo se desvaneció. Durante todo el día le vino la sonrisa y el llanto a partes iguales porque estaba segura de que había soñado con el último amor de su vida. 

27 de julio de 2024