La decisión
Recuerdo la magia de aquel tiempo en el que aún nos sentíamos jóvenes y eternos. Cuando ni la vida ni el cuerpo pesaban y cada velada era ocasión para celebrar la fiesta del amor. Nuestro ánimo entusiasmado se desbordaba anegando nuestra vida como un poema de mil versos encadenados. Ahora nuestra actitud pusilánime nos exaspera y provoca nuestra cólera. Pero no reaccionamos. No hay cambio. Solo cansancio. Cada vez más viejos, más huraños, más solos, más tristes. Está decidido, ha llegado nuestra hora. Esta tarde terminaremos con esta vida extenuada y a la sombra del olivo donde nos dimos nuestro primer beso escaparemos hacia el tiempo infinito.
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