Desde hace algún tiempo, ocupo un cuerpo que no es el mío. Por la mañana su boca es amarga como la quina, por la tarde su cabeza pesa tanto que un día caerá como bola de plomo al suelo. Y por las noches, al subir la escalera, sus piernas no obedecen mis deseos. Estoy convencida: esta que habito ya no soy yo. Me ha invadido un cuerpo extraño y rebelde al que inexorablemente tengo que ir acostumbrándome.
2 comentarios:
Siempre paso porque me gusta lo que escribes y como lo escribes incluso me identifico muchas veces con esos sentimientos.Un abrazo Ulla y hasta pronto.
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