La puerta.



Hay puertas que cautivan nada más verlas.  Son viejas puertas con historia. Esta lleva incrustada el olor a retama quemada y el aroma del pan recién sacadito del horno de la vieja panadería. La originaria. 

Tras ella, aún se conservan los ecos de las voces de Mariana, su fundadora allá por 1905,  y de María, hermanas de mi bisabuela Remedios, mujeres, las tres, arrugaditas como pasas de tanto trabajar, y luego del maestro pala y de Emilia, una generación herida por la guerra,  y de la risa floja de Lily,  que cogia un bollo "prestado" para dárselo a escondidas a Paquito. "Cosas de chiquillos" le decía el tío Salvador Chines a Miguel de Mariana cuando este les reñía. "¿Que más da un bollo más que menos, Miguel? ".

Pero Miguel vigilaba cada gramo de harina y así amasaba el futuro. Y encargaba a Emilia que estuviera atenta a su niña y no le perdiera ojo a sus trabajadores, que "a veces se distraen", decía Miguel. Ella procuraba cumplir, aunque otras veces hacia la vista gorda porque había gente que no podía comprarse un pan blanco. 

Demasiados hombres acudían al alba muy cerca de la panadería, a la explanada de la Ermita, día tras día, para entrar en una especie de subasta donde los escogían para trabajar hasta la puesta de sol.

"Tú y tú y tú, sí;  los demás otro día, que no hay trabajo para todos. ¡Y tú, Antonio! a ver si te pasas por mi casa y me limpias la cuadra y la corraleta de los cochinos y ya más adelante habrá trabajo", decía el encargado del cortijo.

Menos mal que estaban las cabrillas, me contó mucho despues mi padre —Paquito el huerfano le llamaban— y la leche no faltó nunca ni en los Burgos en casa de su abuela Remedios,  ni en Valle Niza, en casa de su tío Antonio, ni más tarde en casa de su tía María, en los Ruises, donde estaba la panadería; que en todas estas casas estuvo viviendo de niño mi padre, siempre de un lado para otro, rifado. Tampoco faltaban los espárragos, ni los chumbos coloraos recien barridos y lavados. Ni el pan de habas casero, ni el café de cebada. Ni la alegría dentro de la tristeza y la estrechez.

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*Escrito en 2022. 



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