Aprendieron a expresar por escrito lo que se echaban de menos. Se escribían cartas.
Ella:
— Los niños de aquí no saben hacer barquitos de hojas de caña como tú. Ni llevan sombrero.
Él:
— Hoy subí a la puerta de tu casa. Está muy sola. Las margaritas te echan de menos. Cogí una y me dijo que sí.
Ella:
— La margarita tenía razón. Pronto volverá el verano.
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