La escalera mecánica

En una escalera mecánica cada peldaño desciende hasta desaparecer bajo la estructura que la sostiene. Luego reaparece arriba y vuelve a descender. Una y otra vez. Una y otra vez. Cada peldaño. Y yo en él. 

Un día, la máquina se avería. Mis zapatos se confunden y caigo. El último escalón me traga. A mí y a mis zapatos. Y aquí estoy, en un submundo horizontal, plano. Debajo de los escalones. Y no veo mis zapatos. 

La máquina está parada. O eso creo. Pierdo la noción del movimiento. No lo siento, ni a mis pies. Y no veo mis zapatos. 

Sigo escribiendo. Debajo de los peldaños. 

2 comentarios:

José Antonio López Rastoll dijo...

La realidad es extrañeza.
Me recuerda a Millás.
Un abrazo.

Ulla Ramírez dijo...

De Millás solo he leido El desorden de tu nombre, hace mil años, y el que escribió sobre el Caso Nevenka.
Gracias por pasar por aquí y por tu comentario.