mirada

 Mi gata no sabe que siento cuando la miro. La misma incertidumbre tengo yo cuando me miras tú. 

Confusión

Apenas sabemos que el mundo no es como creíamos, decidimos utilizar la imaginación para poder soportarlo, siendo plenamente conscientes de la doble vida, entre lo real y el sueño, que llevaremos hasta el final de nuestros días. A veces nos confundimos. 

En la Nada

— Pero tú, ¿en qué piensas?

 — Pienso en la Nada.

— ¡Pero si la Nada no existe!

— Eso es lo que tu crees, pero yo he vivido en ella.

canción de noche

 Cuando llega la noche y el sueño no viene, yo me canto una canción. Suya es la letra y mía la música.

Misterios

Cuando era niño, tenía la manía de diseccionar los juguetes para ver lo que había dentro. Abrí en canal el tren de hojalata que me regaló mi abuelo y me quedé sin él, desarmé el coche eléctrico que me regaló mi padre y lo perdí para siempre. Luego, comprendí que si quería escuchar música no podía romper aquella caja mágica a la que llamaban radio. Ahora tengo un amor.

Fantasía

El sueño de una fantasía es crear una nueva realidad.

Pompas

Disfrutaba la niña con las pompas de jabón; las irisaciones que producía la luz del sol en su redondez imperfecta le fascinaban. Pero pensaba que eran solo un mágico envoltorio de algún prodigio extraordinario que sucedería en algún momento ante sus ojos. Cuando explotaban se entristecía, pero enseguida hacía otra y sus ojos volvían a iluminarse. Así era la ilusión más pura.
Con el tiempo, supo la niña que todas las pompas de jabón acaban explotando y que ninguna tiene nada dentro. Fue entonces cuando se enamoró de los colores que las adornan mientras permanecen suspendidas en el aire.

Azares

Puse una gata de tres colores en mi vida; mi abuela decía que daban buena suerte. No conté con aquel maldito felino que vino a rondarla y se comió mis sardinas. Era lo único que tenía para comer aquel día de calor infernal. Tuve que bajar al bar y en la esquina tropecé, literalmente, con un vecino. Nos disculpamos mutuamente y me invitó a una cerveza, nos conocimos y me enamoré. No fue el destino, fue el azar disfrazado de unos bonitos ojos verdes y una sonrisa amplia llena de dientes muy blancos. También se comió todo el pescado y solo me dejó las espinas.

Finales

Cuando empiezo una historia ya no pienso cómo acabará porque el final nunca fue como yo lo imaginé.

Oportunidad

 — Si viviéramos otra vez, estoy segura de que nos encontraríamos antes.

¿Volvemos?.

Renegación

Nunca antes se había olvidado tanto. Europa está perdiendo la memoria.

Elección

Tuvo la oportunidad y la ocasión de elegir. Pero nunca sabrá que hubiera pasado si hubiera elegido el otro camino. Pero a todo lo que ocurrió porque eligió el que eligió le llaman suerte, o mala suerte o destino. Aunque si hubiera elegido el otro, a lo que hubiera acontecido le llamarían igual.

Mustio

En enero de mil novecientos diecisiete, Doña María, enferma de tuberculosis y viendo cercana su muerte, decidió casar a su sobrina Conchita, de diecinueve años, huerfana de padre y madre, con su hermano Antonio, viudo con un hijo y veinte años mayor que aquella.

Una vez celebrado el matrimonio y en la misma noche de bodas Don Antonio le dejó claro a Conchita por la vía de los hechos que no podía consumar. Para Conchita fue un verdadero alivio. Aunque pronto comprobó,  para su desgracia, que su tío no estaba en condiciones de ofrecerle casi nada, porque ni tan siquiera tenía sesera para llevar la abacería. Tenía que hacer algo o acabarían siendo pobres. Así que le sugirió sutilmente a su marido que dejara en sus manos el negocio.

Don Antonio le dijo que ni hablar, que no iba a consentir que su mujer estuviera trabajando de cara al público, y un día se presentó en la abacería con su hijo Miguel para que fuera el encargado. También metió a una muchacha que vino del pueblo para atender a la clientela.

Pasado un mes, Don Antonio miraba a la tendera con ojos de deseo. Conchita reparó en ello, pero, vistas las capacidades amatorias de su marido, no le preocupó. Para ella estaba mustio.

Pero pasaron dos meses y la tendera se sonrojaba cada vez que el hombre aparecía por la tienda mientras Don Antonio se regocijaba dentro de su traje, detalle este que no se le escapó a Conchita que asombrada decidió celebrar el acontecimiento despojándose por fin de sus enaguas en la cama de Miguel.

La abacería resultó ir de viento en popa.

Amanece

Ya no me embarga la tristeza a la hora vespertina cuando en estampida los pájaros se retiran a sus nidos. Tampoco temo al conticinio cuando se palpa el silencio y un hacha pareciera cortar el aire con su gruesa hoja de acero. Tampoco me produce inquietud la puerta cerrada de mi corazón solitario, ni me cuesta respirar cuando los vecinos apagan la luz y la noche se cierne sobre mí. Me basto sola para iluminarme el alma y sofocar mi corazón de fuego. Tampoco hace falta ya que tu vengas a traer el sol por las mañanas.

2020

Sana, sanita, sana...

...culito de rana, si no sanas hoy sanarás cuando llueva y se llene la charca.