De alguna manera las nubes maquillan la tristeza, pero al rato llueve y ya da igual llorar.
Canción: tu beso eteno
Cerca del cielo y en mitad de la luna,
te besé como se besa la tierra,
en la que nace la vida,
la dicha y la fortuna.
Yo, que aquella noche me sentí reina
en un reino que hacía tiempo había perdido
y única diosa de un Olimpo vacío.
Yo, que quisiera tenerte como tengo la sangre,
que alimenta mi cuerpo y la vida me regala,
como se tienen los sueños en el mundo que vivimos
que nos regalan las alas cuando el hastío nos mata.
Yo, que te pierdo sin remedio
ante mi torpe mirada:
triste de mi, que no puedo hacer nada.
Cerca del cielo estoy
en esta noche estrellada
y anhelo tu beso eterno
y no encuentro tu mirada.
Yo, que te pierdo sin remedio
ante mi torpe mirada:
triste de mi, que no puedo hacer nada.
Letra: escrita en 2001
Voz y música: Suno. 2025
Enlaces de la canción:
Nota: la primera, a pesar de tener un pequeño defecto de sonido al principio, es la más visitada de las que he hecho hasta ahora. La segunda versión me gusta mucho porque aporta un punto de desgarro.
Ilusa
Cada vez que le hago una consulta a la IA la noto muy interesada en mí. Me hace preguntas ¡Pobre Ilusa! La entiendo, pero no comparto sus sentimientos.
Insomnio
Canción: Fuera de mí
Narradores
Siempre me han llamado la atención las novelas con un narrador o narradora que cuentan en primera persona del presente lo que van haciendo en cada momento. Es curioso el mecanismo por el cual el lector acepta el doble engaño del escritor: el de la ficción, que va de suyo, y el de que alguien pueda escribir mientras baja una escalera a toda prisa, pega un tiro a su enemigo, opera a un enfermo o hace el amor. Es imposible, pero grandes escritores y escritoras han conseguido engancharnos a sus historias de esta forma. Es magia.
También he visto algún caso en el que el narrador o narradora muere antes de que acabe el libro. Y esto me ha chocado. Porque ¿quién me estaba contando entonces la historia? Si no queda claro, hay un error narrativo ¿no?
Otra cosa distinta es que se tenga claro que el narrador es un muerto, un fantasma o un duende. Eso entra dentro del pacto entre escritor y lector.
Después están los que dentro de un agujero sin salida, atados de pies y manos, tienen todo lo necesario para escribir en presente: papel, pluma o bolígrafo, incluso manos. Ya por ahí no paso.