Una historia real III

 Tres eran tres en Frigiliana.


Bonitas macetas, deliciosos los zumos de caña de azúcar y limón con hierbabuena, interesante la historia de los moriscos contada en sus bellísimos azulejos, e inolvidable intercambio de regalos: el Postigo en letras de cerámica para él y el Navas y Ramírez para Encarni y para mí (no tenemos remedio, somos unos...frikis -:) ). Pero más inolvidable aún es el motivo de la visita de nuestro invitado a la Axarquía, en especial a Benajarafe.

Este verano, por fin, le hemos conocido. Tiene treinta y tantos y nació y vive en otro país. 

Alguien me habló de él hace 8 años:

"Hay un chico allí buscando los mismos apellidos que tú en los registros de Macharaviaya y Vélez; Postigo, Ramírez...y casi los mismos nombres" . Me quedé extrañada a la vez que sorprendida e intrigada. ¿Quién sería? 

Pues dame su correo, le dije a mi interlocutor, aficionado como yo a la Genealogía. Así empezó todo.

Al final, resultó ser descendiente de un hermano de mi bisabuelo paterno. Un Postigo que emigró. Empezamos a intercambiar información y así hasta hoy.

La Pandemia retraso su visita. Pero este año ha cumplido su deseo: conocer sus raíces, la tierra de sus bisabuelos, tatarabuelos y demás ascendientes hasta muy atrás en el tiempo.

Fue un placer verle emocionado en Benajarafe cuando vio la casa de sus antepasados, que son los mios, o en el cementerio de Macharaviaya las lápidas con los nombres de los parientes y antepasados Ramírez y Madrid más antiguo de los que tenemos noticias. 

Fue  divertido verle repetir el mismo plato de pescaíto frito en casi todos los chiringuitos a los que íbamos a comer. "Esto no lo he probado tan bueno en ningún lugar, Benajarafe verdaderamente es un Paraíso", nos decía.

Hemos visitado Torre Moya, contemplado el mar desde su azotea; tambien la vieja panadería de Benajarafe y casi todas sus cortijadas, solo por la curiosidad de comprobar que lo que figura en los documentos antiguos que leemos sigue existiendo hoy. Tambien  hemos visitado la Iglesia y el Museo de los Gálvez, en Macharaviaya y la de Benaque, una verdadera joyita, y  la casa de Salvador Rueda, Las Huertas de Gutierrez, Iznate,  Vélez, Frigiliana, el Balcón de Europa, Málaga...

Y una de las cosas que más le ha llamado la atención ha sido lo abierta que es la gente aquí, lo fácil que es en esta tierra empezar a hablar con un desconocido y que al final de la conversación te dé su teléfono y su nombre y resulte que es...¡ pariente tuyo! Nos ha pasado más de una vez y nos hemos reído mucho. 

Ya se ha marchado y creo que se ha llevado muy buen recuerdo de esta tierra y de su gente. Y espero que algún día vuelva y le traiga a Benajarafe un regalo: su buen hacer como genealogista y su sensibilidad como persona.

À bientôt, Jean!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que historia tan bonita y que manera más cercana de contarla , parece como si el lector os hubiera acompañado, gracias por publicar este relato.

Ulla Ramírez dijo...

Gracias al anónimo; por si vuelve a entrar. No es un relato, lo hemos vivido de verdad.