Tuve grandes sueños, que no dependían solo de mí. Soñaba con un mundo mejor, con un amor que durara para siempre, con unos amigos para toda la vida.
Cuando esos sueños se fueron rompiendo, me rompí yo también. Cada vez. Varias veces. Siempre me levanté. A veces el proceso fue muy doloroso y lento, pero lo conseguí.
Ahora, procuro tener sueños pequeños, alcanzables, que me colmen y que solo dependan de mi.
Así que por la mañana cuando me levanto digo ¡qué luz más bonita! o ¡que bien que llueva! me tomo un buen desayuno y me afano en mi lista de sueños diarios de invierno: leer, caminar, echar un rato de ayuda voluntaria en la Biblioteca, disfrutar de actividades culturales, ver una buena película, escribir, escuchar el canto de los pájaros, observar la evolución de las formas caprichosas de las nubes, escuchar música, bailar, reír. Prepararme una buena cena. Contar estrellas, contemplar la luna.
Cuando al final de día me voy a dormir, casi todos mis sueños de invierno se han cumplido. Luego, en primavera y en verano sustituyo algunos sueños de interior por otros sueños al aire libre: viajes, vuelta a la tierra donde me crie, sol, campo con mar, caminos de tierra recorridos mil veces, pájaros de mi infancia...
Cuando llegue el final, el libro de mis pequeños sueños se cerrará. Luego, seguirá la vida tal cual, pero sin mí. A esos efectos somos lo mismo de insignificantes que una hormiga.
La vida sigue, somos nosotros los que nos vamos. Reflexiono a veces sobre ello y pienso que vivamos lo que vivamos –a experiencias me refiero– no nos vamos a llevar nada, porque nada vamos a recordar. Lo importante para mí es lo que dejemos, lo que hayamos sembrado en todos los sentidos; el amor derramado.
Por lo demás, no vale la pena angustiarse pensando demasiado en la muerte, en el paso del tiempo, en el vértigo de los minutos y las horas. Solo vale la pena vivir mientras vivimos. Y amar, querer, aunque sea a mil años luz.
¿Los grandes sueños? No me olvidé de alguno de ellos. Conservo mis ideales, mis principios, y aporto mis granitos de arena. Otros vienen detrás, tienen mucha tarea. ¡Ánimo!
8 comentarios:
Ciertamente... parece que el calibre de los sueños va variando con los años.
Y se van haciendo más cercanos, más alcanzables, menos utópicos... aunque no por ello menos satisfactorios cuando los llevamos a cabo.
Hermoso tu post, Ulla.
Un abrazo!
Gracias bisílaba. un abrazo!
Somos apego, entusiasmo, sueños: la nervadura del tiempo.
Cumplida una cierta edad, los sueños dejan de ser transparentes.
Está claro que la perspectiva de la vida es muy diferente si se piensa que esto que tenemos aquí es todo y no hay más, o si se piensa que tal vez haya una nueva dimensión tras la muerte. La vida cambia de sentido y de orientación. Todo en nuestra cultura lleva a la primera consideración y en ese sentido, tienes razón totalmente. Así es. Solo vale la pena vivir mientras vivimos y soñar mientras soñemos. No hay más, pero...
El ser humano siempre ha tenido necesidad de poner ese "pero" al final de lo racional. Eso no se ve, ni se toca, ni está demostrado.. por eso se llama Fé o creencias, algo que debiera ser muy intimo y personal pero que a lo largo de la historia ha sido manipulado y utilizado como arma.
Decía alguien que no recuerdo que la vida es una suma de pérdidas. Pero no nos podemos quedar ahí, en blanco, sin nada.Es imposible. No podemos vivir sin ilusión. Hay que buscar otros motores. Y a veces , despues de haber perdido mucho, encuentras tesoros que no podías ni imaginar: dentro y fuera de ti. A la edad que sea.
No se entiende a quién respondes. Lo he visto en varios posts. O tienes activada la función de respuesta en blogger o mencionas explícitamente a quién respondes. Saludos.
Joselu, cliqueo a responder debajo del comentario de cada persona. Yo en mi blog lo veo bien. Pero algo debe estar mal configurado. Gracias por decírmelo. Os mencionaré en las respuestas.
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