Un día encontró una memoria en el contenedor de basura y se la colocó de adorno en la cabeza. La suya la tiró al río del olvido, llegó al mar de la soledad y se la tragó una ballena azul. ¡Azul tenía que ser!
Al día siguiente, no reconoció ni a su madre. Tampoco le reconocí yo a él.
1 comentario:
Un cuento que nos hace pensar sobre la importancia de la memoria para nuestra identidad. La pérdida de recuerdos puede tener un impacto significativo en nuestras relaciones y en nuestra forma de vernos a nosotros mismos.
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