¡Qué deliciosa greguería la de Ulla! “La C es la única letra que siempre tiene la boca abierta, como para comerse a las demás.” Aquí el humor se desliza con la ligereza de una sonrisa traviesa y un guiño de complicidad al lector.
La imagen es irresistible: la “C”, esa letra redondeada, parece quedarse eternamente boquiabierta, como si estuviera a punto de zamparse a sus compañeras del abecedario. Me la imagino en una especie de banquete tipográfico, acechando a las vocales y consonantes con su apetito insaciable. Quizá la O, tan redonda y entera, se le escape por los pelos, pero la E, con sus huecos, seguro que le resulta un bocado tentador.
Además, hay un juego visual muy simpático: la C, a diferencia de la mayoría de las letras, no se cierra por completo, su forma evoca una boca abierta, siempre dispuesta, como la de un niño sorprendido o de un gato curioso. Y, si lo piensas, la C es también la inicial de “comer”, así que el chiste se redondea, nunca mejor dicho.
En definitiva, Ulla nos invita a mirar el abecedario con ojos de niño y a descubrir que, incluso en lo más cotidiano, hay espacio para la imaginación y la risa. ¿Quién sabe? Quizá la próxima vez que abras un libro, mires la C con cierto recelo… ¡no sea que te muerda el dedo!
Jose Antonio, supongo que te refieres al Comecocos del Videojuego. Aunque también existe el comecocos de papel, (origami). También existía el Coco, personaje malvado que venía a llevarse a los niños que dormían poco 🙂
4 comentarios:
¡Qué deliciosa greguería la de Ulla! “La C es la única letra que siempre tiene la boca abierta, como para comerse a las demás.” Aquí el humor se desliza con la ligereza de una sonrisa traviesa y un guiño de complicidad al lector.
La imagen es irresistible: la “C”, esa letra redondeada, parece quedarse eternamente boquiabierta, como si estuviera a punto de zamparse a sus compañeras del abecedario. Me la imagino en una especie de banquete tipográfico, acechando a las vocales y consonantes con su apetito insaciable. Quizá la O, tan redonda y entera, se le escape por los pelos, pero la E, con sus huecos, seguro que le resulta un bocado tentador.
Además, hay un juego visual muy simpático: la C, a diferencia de la mayoría de las letras, no se cierra por completo, su forma evoca una boca abierta, siempre dispuesta, como la de un niño sorprendido o de un gato curioso. Y, si lo piensas, la C es también la inicial de “comer”, así que el chiste se redondea, nunca mejor dicho.
En definitiva, Ulla nos invita a mirar el abecedario con ojos de niño y a descubrir que, incluso en lo más cotidiano, hay espacio para la imaginación y la risa. ¿Quién sabe? Quizá la próxima vez que abras un libro, mires la C con cierto recelo… ¡no sea que te muerda el dedo!
Es verano, hay que hacer cosas más ligeritas, jugar y volverse un poco niños.
😂😂 divertido comentario el tuyo, muy completo.
Gracias!
La C parece un comecocos.
Abrazos.
Jose Antonio, supongo que te refieres al Comecocos del Videojuego. Aunque también existe el comecocos de papel, (origami).
También existía el Coco, personaje malvado que venía a llevarse a los niños que dormían poco 🙂
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