De la O cerrada brota la cerrazón del Odio. De la abierta surge el Otro.
Greguería de la Ñ
La Ñ es la niña bonita de nuestra lengua, que se enseñorea con sombrerito de volantes. Envidia de las demás letras.
Una día cualquiera
Efeméride
Hoy hace 56 años que el hombre llegó a la Luna. Las mujeres se quedaban en tierra, esperando ser Reina por un día*.
* Así se llamaba un famoso programa de Tve en los años 60 del siglo pasado.
Greguería de la N
La N nos recibe cuando nacemos, nos da un nombre y una cuna y hasta nos canta una nana. Pero luego, nos puede convertir en nadie y al final siempre nos deja en nada*.
* Nótese la diferencia con la M, que te baja a tierra. La N, no. La N te deja en las nubes y allá te las apañes.
La N de tu nombre
La N de tu nombre es letra esquiva, serpentea en tus palabras y se aleja, sinuosa, dejando su rastro en la huida.
Hablar a solas y en voz alta
Hablas a solas en voz alta y te escuchas, luego debes existir.
Hablas a solas y en voz alta para debatirte.
Hablas a solas y en voz alta para ordenar tu desorden.
Los viejos hablan solos en voz alta para revivir la juventud.
Los viejos hablan solos en voz alta para hacer memoria.
Los viejos hablan solos en voz alta para tener un cómplice.
Los viejos hablan solos en voz alta porque vuelven a encontrarse con en el amigo invisible.
Greguería de la M
La M se dibuja como la vida: Montaña rusa que te eleva, te hunde y te marea. Miedo. Temblor del que sobrevive a medias. Y te baja cuando quiere, hecha una minúscula m.
Greguería de la M
¿Si no existiera la m, existiría el amor?¿Sería más fácil vivirlo si fuera un sentimiento sin nombre?
Greguería de la K
La K nunca se recompuso del golpe y cada vez que puede, en una sílaba quebrada, lo devuelve.
La vulnerabilidad

Anoche estaba viva, aunque no se movió mientras le hacías la foto. La dejaste tranquila y te fuiste a dormir. Hoy te la has encontrado muerta, detrás de la tele, en el suelo, rodeada de hormigas.
No reparaste en su vulnerabilidad. Tenías que haberle prestado más atención, haberla cogido con cuidado, quizás con un trapito suave, y haberla dejado fuera de la casa, al aire libre, encima de algún poyete. Pero te daba miedo estropearle las alas con el toque. "Mañana saldrá por sus propios medios" pensaste.
No has visto aquí nunca esta clase de libélulas*, al menos de este tamaño; con estas alas tan anchas que parecen hechas de encaje.
Ahora la tienes encima de la mesa. Te resistes a tirarla.
Sientes empatía por este animalito que anoche quizás no arrancara a volar, cuando la enfocaste, porque ya estuviera lastimada, y que hubiera necesitado de ti otra cosa que la mera curiosidad del momento.
Este pensamiento te ha transportado a lo humano: cuántas veces hacemos fotografías, reales o figuradas, a las personas que nos rodean, a los amigos o amigas, a conocidos, sin realmente reparar en lo que necesitarían de nosotros: una mirada sin móvil de por medio, una charla tranquila, un leve toque de afecto, una sonrisa. Sin más.
* La presunta libélula resultó ser una hormiga león macho en su fase adulta.
Cielo ciego
La luna llena es el ojo del cielo
Cuando no hay luna
el cielo está ciego
Hay lugares en el mundo
con el cielo ciego
aunque la luna siga saliendo.
La culpa es de los hombres
que llenaron el cielo
de bombas y fuego
y lo volvieron infierno.
Hay una madre abrazada
a su hijo muerto
que amasó con sus manos
el suelo del infierno
para hacer un mendrugo
de arena y harina
como único alimento
y su niño ya está muerto.
Entre el suelo y el cielo
anda el diablo suelto
el mundo explota de ira
y hasta Dios se volvió ciego.
No llueve maná en Palestina.
La F finita
La F de Fulanita de tal se encontró con la F de Fulanito de tal, se dieron un abrazo y se fundieron. Fin.
Greguería de la D
La D es una letra embarazada por el deseo de la noche a punto de dar a luz un día.
Greguería de la C
La C es la única letra que siempre tiene la boca abierta, como para comerse a las demás.
beso de limón
Hoja de limonero doblada sobre sí misma a modo de vaso, donde el agua fresca cae y se derrama. La tierna mano del niño ofrece el recipiente verde y natural rebosante del liquido transparente y la niña acerca los labios al borde. La otra mano la empuja hacia abajo de broma, suavemente, como si fuera de seda, presionando la nuca sin daño. La niña choca con el vaso y el agua le salpica la cara. Y se vuelve con un gesto contrariado que solo dura un segundo, aquel que basta para que su risa estalle sorprendida por la cercanía y, en vez de reñir, de un beso.
Olvido
Lo olvidaste todo como si fuera nada
Lo olvidaste como si nada
Lo olvidaste como nada
Pero todo pasó
Y ya no es
nada
Y ahora sin embargo
lo estás recordando.
Primeros pensamientos
¿Toda España! ¿Qué ha pasado? ¿Por dónde andan los míos? Tengo que comprar pan y fruta. Vaya, no tengo una radio a pilas.
Canción: Abandonamos
y han muerto las Sirenitas.
Los ríos ya no desembocan en el mar
y apenas quedan charcas para tanto príncipe convertido en rana.
se han extinguido los lobos feroces
y las selvas donde bailaba Baloo.
Caperucita y Cenicienta volaron en su moto eléctrica,
esperando llegar a un mundo mejor.
vamos camino de otro mundo.
Ojalá las hadas nos acompañen
y vuelvan a nosotros las musas de la creación.
vamos camino de otro mundo.
Ojalá las hadas nos acompañen
y vuelvan a nosotros las musas de la creación.
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Adaptación de un texto escrito el 8.10.2024
Enlaces a la canción:
Iceberg
Nadie sabe casi nada sobre nadie. Somos la punta de un iceberg y bajo la línea de flotación los secretos congelados impiden que el mar arrase con todo. Pero parece conveniente conservar la temperatura ambiente para evitar mayores desastres. Seguimos navegando.
Escrito en 2022.
Mi refugio. Canción
El camino es un hilo
de polvo y latidos,
las huellas de mi corazón
se hunden en la tierra.
Estoy cansada...
cansada...
Me detengo en un recodo,
el eco del agua me susurra,
me dejo envolver
por su liquida melodía.
Los pájaros incendian la tarde,
afilo el oído,
es un rumor vibrante,
la ráfaga viva del tiempo.
Y me dejo llevar...
Me dejo llevar...
Las horas se deslizan
sobre mí, el cielo cae,
las estrellas titilan
con un murmullo de luces.
Y me dejo llevar...
Me dejo llevar...
La luna sube lenta,
derramándose en la noche.
Abro los ojos de par en par.
Todo está bien.
Sé que me quiero quedar...
Me quiero quedar...
Extiendo la tienda
clavo mis certezas
ajusto mis vientos
tenso mi lona.
Este es mi refugio
Y aquí me voy a quedar
Me voy a quedar.
Letra: Ulla RamírezMúsica y voz: IA Suno
Enlace a la canción: Refugio 1
Metamorfosis
Anónimo
Prefiero escribir mi historia a que otros me la inventen cuando muera. El más insignificante de los seres se ve sometido a revisionismo y juicio cuando está en la tumba. Todos creen saber la verdad sobre nosotros cuando morimos. Mejor la cuento yo y acabamos antes.
Vida nocturna
Le vió robar los huevos de las gallinas en el corral. Le vio llevarse el almirez de la mesita oval que adornaba la entrada de la casa. Y no dijo nada.
Vino la madre a devolver el almirez, pidió disculpas por el niño, que mire usted que no está acostumbrado a entrar en casa de nadie y no sabe que hay cosas que no son de uno y que no se pueden coger; los huevos no se los voy a poder devolver, se sentó en la tapia de la alberca, los agujereó y se los bebió, pero yo le he hecho jurar que no lo volverá a hacer. Dígame usted cuánto le debo.
Pero que va mujer, entre usted, por dios, y siéntese, y el niño, que no se quede ahí en la puerta. Dígale que entre, está asustado. ¿Como te llamas? La madre contestó por él. Pues que se venga mañana a jugar con mis niños si quiere. Tiene un hermano, más chico, dijo la madre. Pues que venga también.
Escuchó la reverberación de sus risas, chapoteando debajo del chorro de la alberca. Cada vez más fuerte. Hasta que los sonido se fueron difuminando, dando paso a uno desagradable, agudo y tintineante.
¡La campanita!
Apretó los ojos muy fuerte, negando con la cabeza repetidamente. La monja tiró de la manta hacia abajo con fuerza y ella levantó medio cuerpo, estiró el brazo y volvió a taparse con rabia. La monja volvió a tirar y la dejó totalmente destapada.
— Venga, niña, no te hagas la remolona. Todos los días te tengo que espabilar.
A la noche siguiente, difícil precisar la hora, volvió a ser verano bajo el chorro del agua del pozo que caía en la alberca. Quedaban pocas ranas por sacar.
— Ponte el bañador y ayúdame a cogerlas, le dijo él. Está buena.
—Mi madre no quiere que me bañe porque dice que el agua es mala para la sangre que tengo.
— ¿Qué sangre? ¿Te hiciste una herida?
— No, yo no, se hizo sola. Dice mi madre que es porque me he hecho mujer.
— Pues yo no veo que tengas herida ninguna. Y tampoco veo que seas una mujer.
— Yo tampoco lo veo. Pero qué sabrás tú que eres un niño. Tampoco me dejan subirme a los árboles.
— ¿Y eso es por la herida o por ser una mujer?
—¡Mira, mira, mira! Allí, allí, acabo de ver una rana! ¡Cógela, cógela...!
Y sintió entonces como un tirón en los pies y la manta deslizarse hacia abajo. Y la campanita, la dichosa campanita. Y apretó los ojos. Y dijo que no con la cabeza.
—Bueno, la cogeremos esta noche —pensó finalmente. Y se echó de la cama sin mirar a la monja.
La memoria de los gatos
Dije en voz alta:
—Había una vez un viejo, llamado Don Antonio, que había sido carretero en su juventud.
Me detuve un momento. ¿Para quién estaba contando?
El bastón de Don Antonio estaba colgado en la pared. Me levanté y lo cogí. Y al volver la cara, lo vi. Era un gato blanco enorme, de ojos azules, con cara de haber consumido casi todas sus vidas. Se sentó en el escalón de la casa, observándome. Al rato apareció otro. Y después otro y después otro. Se fueron adelantado poco a poco hasta que se situaron todos a mi alrededor, tendidos sobre el suelo ajedrezado.
Tragué saliva y recomencé.
—Había una vez un viejo, llamado Don Antonio, que había sido carretero en su juventud —murmuré con voz temblorosa.
—Cuando éramos niños, cada tarde esperábamos que Don Antonio tomara su silla baja de enea y se acomodara en el porche. Parece que lo estoy viendo: encorvado, ojos azules; una gorra protegía su pelo blanco y su voz pausada nos llevaba a tiempos y lugares que nunca habíamos visto, pero que nos resultaban familiares pues el señor Antonio repetía aquellas historias, con alguna leve variación, una y otra vez. Siempre que las contaba, los gatos aparecían y se acomodaban a su alrededor. Nunca los llamaba, pero ellos acudían. Siempre los mismos.
—Señor Antonio, ¿por qué siempre vienen los gatos a escucharle? —Le pregunté una vez, intrigado.
Él sonrió, acariciando la cabeza de un gato rubio que se le había subido a las rodillas.
—Porque recuerdan —me dijo.
—¿Qué recuerdan? —insistí.
—Todo. Las historias que cuento, a vosotros y a mí.
En ese momento el gato blanco pareció sonreírme. Le correspondí con un parpadeo suave y me dispuse a contar la historia otra vez. Tenía que añadir algo nuevo y una pregunta me rondaba: ¿transmitían los gatos las historias antes de morir?
El tiempo pasó. Volví al lugar años después...
La Tierra. Canción
Lomas suaves, aterciopeladas,
color de oro al atardecer...
Cerca del mar, el rumor de las olas
mece mi sueños...
impregna mis sentidos
como el de la dama de noche
y la flor del Paraíso...
Cerca del mar, el rumor de las olas
aún mece mis sueños...
Los primeros pasos...
las primeras palabras...
los primeros números...
contando estrellas...
los primeros juegos...
Mis primeras travesuras...
mis primeros miedos...
mis primeras dudas...
mi primer amor...
Cerca del mar, el rumor de las olas
aún mece mis sueños...
Y la noche,
salpicada de estrellas,
desciende sobre mí...
Y como siempre que vuelvo,
encuentro la paz que perdí
y el dulce regazo de la tierra...
La, la, la, la...
El dulce regazo de la tierra...
Letra: Ulla Ramírez
Música y Voz: IA
El Valor
Fuera de mí
En los bolsillos del pantalón ya no llevo recuerdos como piedras. Tengo palabras, versos, cuentos, algunas canciones y libros. Su peso es más liviano. No te hunden, no ahogan, no matan. Te dan y te dejan una vida anegada de los otros.
(Habrá que añadirle letra a la canción).
Magia de juegos. Canción
Voz y música con IA
Magia de Juegos.
Cielo en las nubes
Al nacer mi padre me puso Cielo y en mi juventud mi madre decía que yo siempre estaba en las nubes. Luego, un suceso de carácter familiar que no quiero concretar provocó mi caída libre y sin red hacia la tierra. Me di un gran golpe y durante mucho tiempo no levanté los pies del suelo. Ahora, tras darme un largo paseo por la vida, regreso de nuevo a las alturas. No creo que vuelva: me coge de paso.
El cuento del camello
La mujer se sentó junto a la mesa para coser el botón a la camisa de Martín. Abrió el costurero y vio que no tenía aguja. Se levantó y fue al pajar. Alli encontró al camello desesperado queriendo entrar por el ojo de la aguja que ella necesitaba. Hablaron. La mujer le ofreció toda la paja a cambio de la aguja. El camello se fue al mercado del pueblo más cercano, a diez kilómetros, vendió allí toda la paja y se le perdió la pista. A los tres días volvió.
— ¡Soy rico! – exclamó el animal –¡Soy rico! Vengo a que me des el botón, la aguja, la camisa y todo lo que tengas.
— No te servirá para entrar en el cielo –le dijo la mujer.
— El cielo ya no me importa.
Hija
Entre la idea elusiva del amor y la difícil conjugación de su realidad, nació la poesía de la ausencia; la mejor hija posible.
Cartas 2
Ella:
Los niños de aquí no saben hacer barquitos de hojas de caña como tú.
Ni llevan sombrero.
Él:
Hoy subí a la puerta de tu casa. Está muy sola.
Las margaritas te echan de menos. Cogí una y me dijo que sí.
Ella:
La margarita tiene razón. Pronto volverá el verano.
Canción: Almas rotas, amarga vida.
Alma rota, amarga vida,
camino va de un desierto
tu dolor y tu hambre,
camino del exilio tu silencio.
Vagabundo de guerras perdidas,
refugiado de la tierra,
en infierno de escombros
y muerte convertida.
Causas perdidas, mundos olvidados,
confines, abismos de la historia,
extramuros del color rosa y nacarado
que invaden nuestras ciudades verticales.
Horizonte sin sol naciente ni plateada luna,
estrellas que no lucen ni en el cielo de los niños,
hechos trizas con las bombas
de un mundo civilizado.
Horizonte sin sol naciente…
Hecho trizas con las bombas…
de un mundo civilizado...
Enlaces:
Canción. Roba tiempo
Canción basada en un texto escrito y expuesto en este Blog en 2014, con el nombre de "circunloquio de madrugada".
A mi me gustó la musiquilla y por eso la he dejado tal cual. Sirve para ilustrar que nadie es perfecto y que todas cometemos errores.
Letra: escrita en 2014
Voz y música: Suno.
Hay dos versiones.
Canción: tu beso eteno
Cerca del cielo y en mitad de la luna,
te besé como se besa la tierra,
en la que nace la vida,
la dicha y la fortuna.
Yo, que aquella noche me sentí reina
en un reino que hacía tiempo había perdido
y única diosa de un Olimpo vacío.
Yo, que quisiera tenerte como tengo la sangre,
que alimenta mi cuerpo y la vida me regala,
como se tienen los sueños en el mundo que vivimos
que nos regalan las alas cuando el hastío nos mata.
Yo, que te pierdo sin remedio
ante mi torpe mirada:
triste de mi, que no puedo hacer nada.
Cerca del cielo estoy
en esta noche estrellada
y anhelo tu beso eterno
y no encuentro tu mirada.
Yo, que te pierdo sin remedio
ante mi torpe mirada:
triste de mi, que no puedo hacer nada.
Letra: escrita en 2001
Voz y música: Suno. 2025
Enlaces de la canción:
Nota: la primera, a pesar de tener un pequeño defecto de sonido al principio, es la más visitada de las que he hecho hasta ahora. La segunda versión me gusta mucho porque aporta un punto de desgarro.
Ilusa
Cada vez que le hago una consulta a la IA la noto muy interesada en mí. Me hace preguntas ¡Pobre Ilusa! La entiendo, pero no comparto sus sentimientos.
Insomnio
Canción: Fuera de mí
Narradores
Siempre me han llamado la atención las novelas con un narrador o narradora que cuentan en primera persona del presente lo que van haciendo en cada momento. Es curioso el mecanismo por el cual el lector acepta el doble engaño del escritor: el de la ficción, que va de suyo, y el de que alguien pueda escribir mientras baja una escalera a toda prisa, pega un tiro a su enemigo, opera a un enfermo o hace el amor. Es imposible, pero grandes escritores y escritoras han conseguido engancharnos a sus historias de esta forma. Es magia.
También he visto algún caso en el que el narrador o narradora muere antes de que acabe el libro. Y esto me ha chocado. Porque ¿quién me estaba contando entonces la historia? Si no queda claro, hay un error narrativo ¿no?
Otra cosa distinta es que se tenga claro que el narrador es un muerto, un fantasma o un duende. Eso entra dentro del pacto entre escritor y lector.
Después están los que dentro de un agujero sin salida, atados de pies y manos, tienen todo lo necesario para escribir en presente: papel, pluma o bolígrafo, incluso manos. Ya por ahí no paso.
El libro oscuro
Un hombre llamó a mi puerta. Un hombre vestido de negro con un libro en la mano. Un libro oscuro con tapas de cuero envejecido. Tuve miedo. No le abrí. Dejó el libro en el umbral y se marchó.
Pasaron tres días con sus noches sin que me atreviera a abrirlo. Sobre la cubierta, un reloj de arena tallado en relieve parece deslizarse con el roce de mis dedos.
Hoy, por fin, lo abrí. Todas sus páginas están en blanco, excepto una nota escrita a mano con tinta negra:
"No te duermas. Escribe tu historia. Algún día vendré a por ella. Estaré cerca".
Me observa. Lo sé. El hombre del traje negro vigila desde algún rincón invisible. Por eso no duermo. Por eso escribo.
La pluma resbala sobre el papel vacío. Cada palabra que trazo es un latido más en mi pecho. Un minuto más. Un aliento más.
No puedo detenerme. Si dejo de escribir, mi historia se acaba. Y él volverá.
Ayúdame.
Caminos
Imagen creada con IA
El caminante no encontraba el camino y se inventó uno. Le falló el invento y volvió a intentarlo. Siete caminos tuvo, como vidas tienen los gatos.
Poder
El elefante pisó dos veces al mismo ratón. La primera para matarlo, la segunda para que al gato le quedara bien claro.
La metáfora
Confundió la metáfora con su deseo y se le desbordó el corazón sin preliminares.
24012025
El alba. Canción
Un árbol corta la línea del cielo con sus ramas vacías y dibuja preguntas en el aire. Las lomas despiertan a medias, envueltas en jirones de nubes y el horizonte es un trazo naranja entre la oscuridad y la espera. El silencio no es total: algo cruje, algo respira, y el día, sin ceremonias, comienza a desbordarse. En ese instante todo es posible, pero la luz no perdona ni miente.
Adaptada a Canción
Letra: Ulla Ramírez
Voz y música: IA
Enlace: El alba
Cada enero
Cada día tiene su afán
y cada noche su muerte.
Cada tiempo su reloj
Cada enero su herida.
y cada noche su duda.